SI EL OBSERVADOR INFLUYE A NIVEL MICROSCÓPICO, ¿QUÉ PASA CON LOS OBJETOS A GRAN ESCALA?:
Como hemos descrito en la entrada previa (https://cutt.ly/Bgft20J) sobre el
experimento de la doble rendija o de Young, hoy en día la física, y en concreto
la física cuántica, nos ofrece cada vez más explicaciones científicas a hechos que
en el terreno humano, psicológico y social, han sido ya ampliamente documentados.
Si asumimos que
UN OBSERVADOR CONDICIONA LA REALIDAD DE LO OBSERVADO a nivel microscópico o subatómico,
¿cómo afecta a la REALIDAD en el nivel macroscópico, es decir, en nuestra vida DIARIA?
EFECTO PIGMALIÓN: CREAS LO QUE CREES.
Un ejemplo ampliamente conocido en el área de la educación (y otros) es el
efecto Pigmalión o profecía autocumplida que viene a
condicionar definitivamente el resultado esperado
por los profesores en las notas de sus alumnos (
estudios de Rosenthal y Jacobson)
en función de la creencia por parte de los profesores de que esos alumnos sean buenos o malos estudiantes.
Pigmalión fue un
escultor mitológico griego que hizo que
su escultura cobrara vida, al enamorarse de su belleza (i. e.,
condicionó la vida de la escultura al desplegar el “poder creativo” de su sentimiento por ella).
Esto nos habla del
PODER DE NUESTRAS CREENCIAS. Para la
Programación NeuroLingüística (PNL) es un
postulado básico que
las creencias nos hacen de filtro a lo que percibimos de la realidad, cuando de hecho esto que percibimos de la realidad, siempre es
una versión parcial (se considera
un 5% de la realidad) y
en parte distorsionada (
lo que no estamos dispuestos a creernos, creemos que
no es cierto para nosotros) de la realidad que finalmente
asumimos como cierta. Es decir,
el perceptor toma una parte y además la distorsiona,
condiciona la realidad y luego es
ESO lo que asume como real.
AL HABLAR, EXPRESO CÓMO JUZGO LA REALIDAD (“observador”), MÁS QUE DE LA REALIDAD MISMA (lo observado):
El observador condiciona lo que observa, pues en verdad
se hace uno con lo observado. Es de todos conocido, por nuestro día a día, que muchas veces al escuchar a una persona hablar sobre un hecho que hemos presenciado,
ese observador está hablando más de sí mismo como perceptor (y juzgador) que del hecho en sí.
Por ejemplo, imaginémonos que nos cruzamos con un vecin@ que viene de la panadería, y nos dice que cree que el panadero ha engordado, que los vecinos que estaban en la panadería también, pero que la niña del panadero que estaba allí había adelgazado en los últimos meses… es probable que más de uno piense que el peso es algo relevante en la vida de ese vecin@,
sin necesidad de estudiar PNL ni inteligencia emocional.
PENSAMIENTOS, ENERGÍA EN ACCIÓN; EMOCIONES, MENSAJEROS CUERPO-MENTE:
Hoy en día no hay duda de que
los pensamientos son un tipo de energía, ya que potentes máquinas diagnósticas, como la
Resonancia Magnética funcional (
uno de los múltiples “estudios” que se pueden hacer con la resonancia magnética o
RM) pueden ayudarnos a
“ver” literalmente zonas de nuestro
cerebro (
el órgano, el hardware) cuando ciertos pensamientos, sentimientos o acciones se proponen o desarrollan en la
mente (
la función, el software).
Así pues,
dejemos volar la imaginación sobre el poder que nuestra energía mental y emocional pueda ejercer sobre nuestra vida. De mano, las emociones, según la neurocientífica y psiconeuroinmunóloga
Candace Pert,
propuesta para el Premio Nobel, ha llegado a descubrir que
“las emociones son los mensajeros y sirven de intermediarias entre el cuerpo y la mente”, al descubrir que
existen receptores en todas las células del cuerpo y
no solo en el cerebro para sustancias que se consideraban únicamente
neuro-transmisores (por asumirse erróneamente que sólo afectaban a centros nerviosos sin salir del cerebro). Existe una
barrera hematoencefálica (bloquea entrada y/o salida de sustancias entre el encéfalo y el resto del cuerpo), pero
no impide a estas sustancias alcanzar otras células del cuerpo.
Por ello la Dr. Pert las denominó a estas sustancias
LAS MOLÉCULAS DE LA EMOCIÓN (neurotransmisores, neuropéptidos y algunas hormonas), responsables de la
somatización de nuestras emociones, esto es,
cómo se sienten algunas partes de nuestro cuerpo cuando se produce una emoción como respuesta;
por ejemplo, a un pensamiento de ira, puede tensarse el cuerpo, ¿verdad?.
¿ME IDENTIFICO CON LA FORMA EN QUE PERCIBO?... Y LA DEFIENDO COMO PARTE DE MI “YO” (defendiendo una ficción):
Seguramente todos estemos de acuerdo en que
cada uno percibe la realidad de una forma “ligeramente” distinta de los demás.
Y si no, solo tenemos que preguntar a 20 personas que hayan presenciado una escena determinada para ver que cada una de esas versiones de “la realidad” difiere en algún grado de las restantes. Esto nos vuelve a retrotraer a la
evidencia que ofrece la física cuántica sobre que “el observador se hace uno con lo observado, pues lo condiciona y lo modifica”, hasta tal punto que
se llega a identificar con esa forma subjetiva en que percibe su realidad.
Esto también podemos comprobarlo cada vez que les escuchemos
DISCUTIR, para defender sus sendas posturas, entre esas 20 personas
sobre el significado que tiene (para cada uno, un significado diferente) la escena que han visto e incluso
la descripción de los “hechos” que han presenciado (imagínense un programa del
late night en televisión sobre una manifestación política y 20 sujetos hablando sobre ello, por ejemplo).
Pero, esto nos llevaría a pensar que: ¡¡hay más de 7.700 millones de versiones de lo que “es” la realidad!!! ¡Una por cada habitante de este planeta!
CREA LA REALIDAD QUE TE HACE FELIZ, PON TU OBSERVACIÓN EN LO POSITIVO QUE SÍ PERCIBES:
Por lo tanto, podemos afirmar que el primer paso para cambiar nuestra realidad es
aprender a ser el mejor observador que seamos capaces de ser, en el sentido de
percibir la realidad de la forma más satisfactoria y “razonablemente” fiel que podamos. Para ello,
poner el acento en lo positivo, que
sí somos capaces de ver en nuestra percepción de la realidad, nos hará no olvidarnos de esta parte (algo así como
situar el detector de partículas en ese punto, y
colapsar esto positivo en “partículas” del fenómeno observador).
Y todo ello
sin necesidad de negar todo aquel aspecto que nos resulte menos agradable.
Porque
nadie sufrió de infelicidad nunca mientras observaba y sentía lo que sí le hacía feliz de su realidad.
Pero
todos podemos sentir infelicidad si, cuando tenemos lo que decimos que nos hace felices, solo pensamos en que también podemos perderlo.
Lo observado es uno con el observador:
sé el observador que más te haga feliz, pues
TU “REALIDAD” DEPENDE DE ELLO.
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Autores:
- Juan José Mateos Fernández.
- Estudiante de 1° de Bachillerato.
- Aficionado a la Física.
- PREMIO MEJOR EXPEDIENTE ACADÉMICO DE LA "ESO" EN ASTURIAS.
- Dr. David Calvo Temprano. Coach de Salud