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BUSCANDO EL CONTRARIO DEL RENCOR
Vivir la vida desde la armonía con las relaciones pasadas

Fecha: 14/10/2021

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VIVIR EN PAZ, LO CONTRARIO A VIVIR CON RENCOR:
Pasa que, de repente, aquellos que tenemos afición por las palabras tratamos de buscar una que defina nuestro pensamiento y casi siempre la encontramos. Salvo un día que ni siquiera el diccionario es capaz de mostrarla. Y eso nos ha pasado con el concepto del rencor: todos sabemos qué significa, pero ninguno hemos encontrado cómo designar a su contrario o, ya que estamos, su antónimo.

A partir de ahí, una de las reflexiones que surge de forma inmediata es que el sentimiento negativo es el que prevalece en nuestra cotidianidad y, por eso, no ha existido la necesidad de buscar una palabra que defina la ausencia de rencor.

Posiblemente, lo que más se acerque sea VIVIR EN PAZ, sin que ningún resentimiento ni rencor ni rabia ni odio pueda interferir en nuestra vida y nuestro estado de ánimo para lograr así vivir tranquilos, en armonía con la vida y nuestro pasado.

¿EN QUIÉN ESPERAMOS MÁS RENCOR, EN EL NIÑO O EN EL ANCIANO?:
Esto enlaza con lo difícil que nos resulta encontrar personas en las que sus actos no se dejan guiar por el enfado o el rencor. Realmente, y aunque todos en algún momento alberguemos ese rencor -en un grado menor o mayor, de forma más consciente o inconsciente-, somos pocos los que no dejamos que se alargue en el tiempo, y menos los que en la madurez no deseamos rencor en nuestros pensamientos.

¿O sucede lo contrario, en ocasiones? Es decir, ¿es más fácil encontrar un niño resentido con sus compis de clase o un anciano que siente numerosos resentimientos que se jacta en ofrecer a cualquier público, sobre su pasado individual, familiar, laboral o social?
 

RELACIONES PERSONALES, EL PRINCIPAL NICHO DE RENCOR:
Analizando nuestra vida, todos hemos vivido situaciones y momentos en los que las cosas no se han desarrollado como nosotros queríamos, deseábamos o, incluso, pensábamos. Y es, en muchas ocasiones, en la relación con las personas donde más se ha producido esta situación, bien sea en el ámbito laboral, familiar o personal, pero muy especialmente en las relaciones llamadas “amorosas”, término que en seguida pondremos en cuestión.

Todos tenemos alguna experiencia en ese sentido: nos hemos alejado de un amigo, nos hemos separado de una pareja, nos hemos peleado con un compañero de trabajo, no olvidamos la afrenta de un familiar, un profesor nos amargó la vida...

Cabe preguntarse cuántas veces, ante esas situaciones, hemos echado la culpa al otro. Cuántas veces hemos considerado que lo que “el otro nos hizo” justifica la MI VIDA de remordimientos que por su culpa tengo yo que sufrir”, sin darnos cuenta de que solo nosotros podemos elegir la actitud con la que vivir con paz y perdón un hecho que nos parece injusto, o bien sufrirlo desde el resentimiento y rencor.

Al principio del suceso, todos aparentemente, y luego -con el paso del tiempo- solo algunos, siguen enquistados en esa culpabilización; mientras otros -parece ser que los que menos- miramos con ojos benevolentes al que habíamos considerado nuestro “contrario” y empezamos a mirarnos a nosotros mismos.

De hecho, en el mundo de la conciliación, tanto en el ámbito profesional empresarial (actos de conciliación laboral) como en el profesional civil familiar (actos de conciliación familiar), una fase fundamental incluye, al principio, explicar a las “partes” que para que el proceso prosiga con normalidad y llegue a buen puerto es necesario que dejen de verse como enemigos, como “partes contrarias”, como “enemigo a quien vencer o abatir”, y empezar por verlos como parte de la solución común que ambos desean alcanzar sin concesiones de ningún tipo, o asumiendo y aceptando las concesiones que cada uno esté dispuesto a aceptar, por centrarse en el objetivo mayor de obtener un acuerdo. Y es que en esto de las relaciones personales “las cosas” siempre son de dos, pero nos afectan a todos. ¿O es que te sientes cómodo cuando una expareja se encuentra y empiezan a discutir delante de ti?

EL DIVORCIO: MANANTIAL DE RESENTIMIENTO.
Pongamos por caso que nos divorciamos. Independientemente del motivo, la decisión de casarse, ¿no estuvo motivada por algo bueno y bonito? ¿No significa eso que en ese momento albergábamos sentimientos positivos hacia nuestra pareja? ¿Quizás se puede llamar “amor”?
  • ¿Por qué cuando se rompe, incluso en enlaces donde ambos reconocen que hubo mucho amor en la unión deseada, olvidamos toda esa realidad y únicamente nos quedamos con lo negativo de la situación presente?
  • ¿Acaso no somos conscientes que todo se debe a que ahora juzgamos de forma negativa a una relación o a la persona, cuando antes la juzgábamos como positiva en nuestra vida?
  • ¿No es cierto que, si hemos cambiado de idea sobre ese juicio hacia la persona, podría significar que podemos volver a cambiar de forma de verlo e interpretarlo?
  • ¿No es posible que llegue el momento en el que deseemos vivir en paz con esa persona, con esa relación, con ese pasado, por muy en conflicto que ahora la creamos estar juzgando?
 
Comprendemos perfectamente que, en función de las circunstancias, puedan existir unos momentos iniciales de crispación y de rencor, hasta de odio, pero ¿no debería ayudarnos el paso del tiempo a diluir ese sentimiento y quedarnos con la parte positiva?

SI TU MISIÓN ES SER FELIZ EN TU VIDA, EL RENCOR NO TE AYUDA EN CUMPLIRLA:
Esa relación formó parte de nuestra vida, nos ayudó a construir la persona que ahora somos, nos enseñó a valorar el presente, nos convirtió en lo que somos y pasa a ser una parte de nuestro yo si pensamos que somos solo la historia de los hechos que nos han pasado. Y es ese “yo”, al que todos los días dedicamos el “esfuerzo” de amar, al que le prestamos tanta atención, tanto tiempo y tanta vida -literalmente toda, en general-, a quién con nuestros pensamientos negativos estamos perjudicando en la misión de ser felices que todos nos autoatribuimos al nacer y que nos enseñan a recordar… alguna vez en la vida.

Pero estos pensamientos que nos atormentan tanto, estos pensamientos que nos generan emociones desagradables están tan enraizados que tenemos que enseñarnos a ser positivos, y para eso debemos adiestrar a nuestra mente, o, mejor dicho, no hacerle mucho caso a nuestra mente cuando nos quiere meter en la tentación de sufrir por algo que perfectamente podríamos vivir en paz.

¿RELACIÓN “AMOROSA” ?:
Lo curioso de todo esto, cuando lo llevamos a las relaciones amorosas, es el propio término “amoroso”. Todo apuntaría a que esta cualidad de la relación significaría que “está toda ella llena de Amor”, pero, si eso es así, ¿cómo es que puede llegar a, no solo desaparecer, sino transmutarse en su llamado antónimo, el odio? ¿Quizás no era amor lo que sentimos? Es una pregunta muy frecuentemente puesta en la atención consciente de quien se cuestiona una relación “fallida”, una vez superado el shock inicial, si existe.

Y es que cualquiera diría que ese “amor” nada tiene que ver con otro “amor”: el amor que sentimos hacia un hijo. Con un hijo, incluso nuestra poco evolucionada sociedad (no hablamos en términos tecnológicos, sino en la forma que tiene de tratar la vida) acepta que se le quiere incluso cuando “se porta mal”, “no hace caso”, “no ve las cosas como nosotros”, etc.

Al amor paterno y materno se le atribuye una característica muy “protectora”: su INCONDICIONALIDAD. Haga lo que haga un hijo suele aceptarse que “está bien visto” seguir amándolo, aún cuando no sea precisamente un ejemplo para la sociedad. ¡Vamos que a Hitler se le permite que le quiera su madre!

LA VIDA, CON LA EDAD, SE VUELVE ¿INDIGNA?:
Sin embargo, en una relación amorosa aceptamos que las cosas son bien distintas, y que, si las condiciones no son favorables, se le puede -e incluso se le debe- “abandonar” en sentimientos y dejar de amarle a él o a ella porque ya “no tiene sentido” o “no se lo merece”, aún cuando aceptamos que todo bebé -niño o niña- son dignos de amor al nacer… algo pasa cuando crecen, ¿verdad? ¿Nos volvemos “indignos”? ¿Cómo se vive la vida así, creyéndonos indignos?

LA MAYOR FALACIA: LOS TIPOS DE AMOR.
Y el quid de la cuestión quizás esté ahí. Se nos dijo hace mucho tiempo que había diferentes tipos de amor, y que el amor romántico nada tenía que ver con el amor filial, paterno o materno, por ejemplo.

De gran influencia ha sido el clásico de Eric Fromm “El arte de amar”. Pero, con esas premisas, bien podría haberse titulado “el arte de autotorturarte”, pues, si lo que más ambicionamos en la vida es amar y ser amados, y le ponemos mil trabas al amor para manifestarse, bajo excusa de que muchos subtipos de amor requieren cumplir unas condiciones, va a ser muy difícil sentir lo que más nos gusta sentir en la vida, mundialmente reconocido, en todos los tiempos y culturas: el AMOR.

DE TERMINAR… TERMINAR ¿MAL?:
Otro hecho al menos curioso es aquel que vivimos cuando se termina una relación amorosa. Desde la sociedad se nos insta a dejar de amar con tal vehemencia que literalmente se nos puede llamar locos.

Y es que la cuestión es: ¿necesito seguir en una relación que no me agrada o puedo decidir no seguir pero queriendo, teniendo afecto o recordando lo hermoso vivido en ella? ¿es que querer a alguien implica siempre estar físicamente con la persona?

Entonces, ¿no apreciamos a los amigos? ¿a familiares? ¿a profesionales? ¿a nuestras mascotas? Porque con ellos no salimos ni tenemos ese tipo de relación. Sí hay diferentes tipos de relación, pero ¿hay diferentes formas de amor? Pues a nosotros ofrézcannos el único incondicional: el verdadero.

Siquiera por honrar lo amoroso de una relación que se acaba, podríamos atrevernos a seguir guardando lo bonito de esa persona, al menos tal y como lo vivimos en su día, sin negar que otros aspectos y vivencias no nos agradaron; y evitar hacer justo lo contrario: tener siempre presente el juicio último negativo con todos los listados de resentimientos que hemos creado desde que ya es de “los malos”, y negar incluso que hubo momentos felices compartidos. Con lo que le negamos ese hecho al otro y también negamos parte de nuestra vida, que, además, es la más hermosa.

¿Nos damos cuenta de que, si quitamos todo lo amoroso de todas las relaciones que finalmente no nos resultaron tan bonitas al final, nos quedamos sin vida alegre, sin haber vivido el amor en estado puro, sin reconocernos que hemos vibrado en lo alto durante varios o muchos periodos de nuestra vida, aún cuando fueran cortos?

VIVES TUS PROPIAS ELECCIONES: ELIGE AMAR Y PERDONA TODO ERROR.
Por supuesto, es una ELECCIÓN PERSONAL. De hecho, así lo estamos siempre haciendo, pues siempre elegimos la manera de afrontar y vivir con lo que nos ocurre, o, más bien, la actitud con la que lo vivimos ante el juicio que hacemos de la realidad, que muchas veces podemos llegar a reconocer que es, al menos en parte, errado.

Nuestra tesis es que, lejos de desearnos mal a nosotros mismos, siempre que estemos conscientes, elijamos si queremos o no seguir con una relación próxima o lejana, y nos queramos bien y mucho a nosotros mismos, casi siempre podemos tomar la decisión de recordar con afecto lo que vivimos con cualquier persona o situación, incluso aunque finalmente las “tornas cambiaran” y ya no las queramos tan presentes en nuestra vida.

Conseguir un grato recuerdo de recuerdos que sí son gratos es estar agradecidos a nuestra vida y ofrecerle un reconocimiento que nosotros mismos recibimos, sentimos, valoramos y apreciamos. Aprovechemos toda oportunidad para hacernos conscientes de lo bueno vivido y prestemos nuestra atención a esos aspectos que sí fueron agradables y amorosos, sin negarnos a la evidencia que creemos de que otros hechos no nos gustaron, pues reprimir siempre es un error a largo plazo.

Vivir la vida y sus recuerdos desde el lado amable de la gratitud y prestar atención a lo amoroso nos aleja de poner nuestro foco en lo que nosotros mismos decimos que no nos gusta. ¿Eres de los que destacan los errores de la realidad o de los que están atentos a lo bello, lo armónico, lo amoroso y lo agradable y lo agradeces?

¿A qué esperas para elegir a qué grupo deseas pertenecer? ¿Deseas ser de los segundos y ser feliz? Pues empieza ya, pon tu foco en lo agradable de tus relaciones pasadas y… suelta lastre para elevarte. Tu rencor pesa y deseas alzar tu vibración, amar tu vida y agradecer lo hermoso que sí te ocurre.

 
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Autores:
  1. Beatriz Rodríguez Rodríguez (Ingeniera Industrial de vocación, aprendiz constante de las relaciones humanas y emprendedora de la felicidad)
  2. David Calvo Temprano (Coach de salud & Practitioner PNL por AICM).

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