LOCALIZACIONISTAS VS NO LOCALIZACIONISTAS:
En la historia de la
Neurociencia afectiva, parte de la ciencia que se ocupa de estudiar
el qué, cómo y dónde de nuestra afectividad- ha pretendido, relativamente desde el principio,
localizar áreas o núcleos cerebrales que fueran los encargados de cada emoción.
En parte, se puede hablar de una
cierta localización anatómica, como veremos, pero muchos autores abogan por una gestión neuronal y cerebral más
en red, implicando varios núcleos y áreas del cerebro trabajando conjuntamente.
EMOCIONES BÁSICAS O PRIMARIAS Y SECUNDARIAS O CULTURALES:
Nuestras emociones han sido estudiadas desde antiguo y se han intentado clasificar siempre de acuerdo con
criterios diversos, que nos aportan
diferentes perspectivas y matices en cada una de ellas.
Una clasificación
clásica de las emociones nos diferencia dos grandes grupos:
- PRIMARIAS O BÁSICAS: emociones que compartimos todos los humanos, e incluso presentes en los animales, y que siempre se sienten y expresan de formas similares, cuando se reconoce el estímulo de la misma manera (por ejemplo, ante una amenaza, se siente ira o miedo). Son las 6 emociones básicas más conocidas: alegría, tristeza, miedo, sorpresa, ira-enfado y asco. Tanto los occidentales como los miembros de una tribu con analfabetismo expresarían las mismas emociones y con similar mímica (expresión facial), lo que nos ayuda a comunicarnos con individuos de diferentes culturas.
- SECUNDARIAS O CULTURALES: emociones que compartimos dentro de la misma cultura, con normas de comportamiento diferentes (reguladas por la región más medial de la zona orbitofrontal del lóbulo prefrontal), y por tanto diverso con respecto a la diferente interpretación por los diferentes contextos. Aquí los aprendizajes de unos individuos sobre otros pueden alterar el tinte emocional y su valencia, pudiendo un eructo representar algo agradable para una cultura donde supusiera un reconocimiento a la buena comida, y en otras sociedades (como la nuestra), una falta de respeto y educación, por interpretarse como algo digno de sentir vergüenza y culpa, por no atenerse a la norma social imperante. Por tanto, emociones culturales son: vergüenza, culpa, orgullo, frustración, impotencia… todas ellas imponen una referencia social, cultural, proporcionada por la propia comunidad donde cada individuo se ha educado (=domesticado).
LAS EMOCIONES NOS GUÍAN:
Cada emoción nos proporciona una
información relevante para nuestra vida y nuestro
poder y capacidad de adaptarnos al medio, y es para ello para lo que podemos utilizarlas como auténticas
GUÍAS en nuestro camino vital, pues, además,
no informan de una forma objetiva, sino que se adaptan a ofrecernos el cómo nos parece lo que nos ocurre teniendo
en cuenta nuestro propio contexto.
Así, no es lo mismo la emoción sentida por el
pisoteo de una tela de colores para un forofo del fútbol o para alguien a quien no le gusta el fútbol, si esa tela lleva el emblema de su equipo favorito, con el que
se ha “identificado” profundamente (uno siente que le pisan a él mismo, y otro no se relaciona con la tela de colores).
ALEGRÍA:
Es una emoción que
nos informa y ayuda de que algo
va bien y que podemos
celebrarlo, nos libera de toda carga negativa y
nos limpia, nos trae al
disfrute del presente y depende de una
valoración agradable de nuestra realidad.
Nos mueve a
fluir, bailar, movernos, pero si es en exceso -
euforia- podemos
perder el foco y agotarnos. Cualquier emoción de valencia negativa la aniquila, por lo que
debemos cuidarla y protegerla para mantenernos en ella.
En algún grado, depende de una
interpretación coherente en el
área ventromedial izquierda del lóbulo prefrontal.
TRISTEZA:
Nos informa de que algo
importante lo
hemos perdido, o se ha producido un cambio
drástico, y nos prepara precisamente para hacer balance y
tomar conciencia de que podemos
aprender a vivir sin eso, aunque debemos
hacer ajustes y buscar cómo reemplazarlo, sustituirlo o vivir sin ello.
Nuestro cuerpo es llamado a
parar (tanto nuestro cuerpo como nuestra mente), para no enturbiar esa toma de conciencia. Nos permite también ver un nicho en el que
algo nuevo e incluso mejor puede venir.
Depende de una interpretación coherente en el área ventromedial
derecha (hemisferio derecho dominante para emociones “negativas”).
IRA/ENFADO:
Nos informa de que se han
rebasado nuestros límites, especialmente si lo consideramos
injusto, o también que
deseamos mucho alcanzar un objetivo y queremos sacar más
energía para lograrlo.
Prepara al cuerpo para
subir su estado energético y su tono muscular, ante la eventual utilización de
fuerza física para defendernos o “
sacar fuerzas de flaqueza”, y lograr reestablecer el equilibrio.
Hoy en día, el componente físico generalmente es
disfuncional, y nos requiere una adecuación con la norma con
profunda inhibición de la amígdala por parte del
lóbulo prefrontal (área orbitofrontal).
Depende de una
interpretación coherente en la
amígdala derecha, fundamentalmente (de valencia negativa), pero
puede no expresarse si el lóbulo prefrontal así lo elige (normas culturales).
MIEDO:
Nos informa de que algo
puede suponer un problema, que estamos en una situación de
incertidumbre y tenemos que
tomar una decisión.
Nos prepara para tomar conciencia y decidir
qué hacer o no hacer pues nos cerramos a la posibilidad de que algo nos agreda o nos ataque, lo vivimos con
desasosiego y generalmente con
bloqueo.
Se opone a la emoción de la
curiosidad, con la que,
ante la misma incertidumbre, nos abrimos a la experiencia pues la afrontamos con
confianza.
Un mensaje
empoderante del miedo es que
podemos aprender algo nuevo cuando aparece. El miedo nos informa de que
estamos saliendo de la mal llamada
zona de confort, pero en realidad significa que es
la zona donde nos sentimos cómodos por ser conocido, no por sentirnos bien, y, por lo tanto,
si queremos aprender algo nuevo, potencialmente mejor, habremos de abandonar la zona conocida y habitual para entrar en la
zona de aprendizaje.
El miedo nos impele a no hacerlo, con
ínfulas mentales de que al volver igual nos ha desaparecido lo conocido, y mejor no abandonarlo. Pero esto no es cierto:
“si el miedo llama a tu puerta, abre con confianza, y el miedo desaparece”.
No necesitamos el miedo para tomar decisiones: podemos hacer o no hacer algo porque así lo decidimos, pero
no necesitamos sentirnos mal por ello.
Depende de una
interpretación coherente en
las amígdalas, además de forma
bilateral e intensa, cuando sentimos miedo; mientras la
confianza de la emoción de la
curiosidad activaría regiones más vinculadas con el
sistema del placer (centrado en el
núcleo accumbes, o centro del placer, en estriado medial, y con asociación del área tegmental ventral entre otros).
CULPA Y VERGÜENZA:
Son emociones clásicamente
culturales, dependientes de
lo que nos han enseñado de niños a saber
qué sentir y cómo comportarnos ante determinadas circunstancias o estímulos, y dependientes de las
normas reinantes en nuestra comunidad.
La emoción de la
culpa nos informa de que algo que
hemos hecho o dicho está en contra de esos códigos no siempre escritos de conducta social aprendidos, y nos prepara para tomar conciencia, con gran desasosiego, y
rectificarlo o al menos dejar de hacerlo o decirlo.
La emoción de la
vergüenza nos informa de que
algo muy íntimo considerado por nosotros -generalmente aprendido así desde nuestra comunidad- es
tá siendo expuesto públicamente ante personas que no tienen nuestra confianza, no están en nuestro círculo de relaciones íntimas.
Ambas,
culpa y vergüenza, son dos emociones poderosamente
utilizadas para controlar las masas, y
conseguir que otros hagan lo que desea el que intenta imprimir esa emocionalidad en los demás.
Así, las figuras de
autoridad, tanto en la infancia como en la adultez,
buscan imponer sus criterios fomentando la aparición de estas emociones en los demás, buscando apelativos desaprobatorios como
“sinvergüenza” o “
irresponsable” o “culpable”.
Depende de una
interpretación coherente en el
área ventromedial derecha del prefrontal, por su tinte negativo, aunque otras áreas se asocian por lo complejo de sus relaciones.
NEUROTRANSMISORES (NT):
Un aspecto
muy estudiado por la neurociencia afectiva, por su
implicación terapéutica fundamentalmente, es la vinculación con determinadas
sustancias en los distintos estados de ánimo.
Según
suben o bajan sus niveles, se producen
alteraciones del estado anímico que pueden reproducirse o tratarse con una medicación que así lo produzca, que pueden ser causantes o estar en su relación causal (la ciencia simplemente ve que están relacionados o
asociados estadísticamente).
Estas sustancias son llamadas
neurotransmisores (NT), neuropéptidos y hormonas que
median entre lo que piensa y cree la mente y sus normas (heredadas por educación, como hemos visto)
y lo que sentimos en nuestro cuerpo (
somatización de las emociones). Gracias a esta conclusión, la
Dra. Candace Pert, una prestigiosa neurocientífica que fue nominada al
Premio Nobel por ello, describió en sus estudios y publicó en su obra
Mensajeros de la emoción.
Entre los
NT más conocidos tenemos:
Principal
NT relacionado con el
circuito del placer; elevado en situaciones en las que
la recompensa obtenida favorecerá la búsqueda de repetición de ese estímulo que lo ha elevado (por ejemplo, volver a saludar a alguien que te ha saludado y sonreído).
Se libera en la
sustancia negra y área tegmental ventral (ATV) del mesencéfalo (en el tronco del encéfalo), y estimula el
núcleo accumbens o centro del placer (en el estriado ventral, centro del encéfalo, próximo a la amígdala).
Muy relacionado con situaciones o sustancias que producen
adicción por alcanzar una disregulación de este circuito en el que
se perpetúa una búsqueda incesante del estímulo y altera la vida normal de la persona (
se vive únicamente para la “droga”, sea una sustancia, el trabajo, sufrir…).
La DA también está
muy elevada en la
esquizofrenia, donde se considera que existe un
disbalance con hiperestimulación del exterior, con
delirios y alucinaciones como cuadro clínico característico.
Cuando la DA
baja de forma muy significativa su producción en la sustancia nigra del mesencéfalo se produce la
enfermedad de Parkinson, con alteración de la
coordinación de los movimientos (sistema extrapiramidal).
NT muy relacionado con el
estado anímico, de forma que cuando
disminuye se correlaciona con estados
depresivos y baja energía autopercibida.
Diferentes grupos de
psicofármacos intentan aumentar su concentración en nuestro cuerpo (en la unión sináptica entre neuronas).
- NORADRENALINA Y ADRENALINA:
Son sustancias que se liberan principalmente por la
activación del sistema nervioso simpático (
fight or flight = lucha o huye), por lo que se activa en situaciones de
miedo y enfado, y también producen una
alta energía en el cuerpo, para desarrollar sus funciones.
La sensación percibida es de
alto poder, pero una vez pasado (ya que únicamente se puede mantener
un tiempo limitado), se produce una “
depleción catecolaminérgica”, y entramos en una
fase poscrítica, con
muy poca energía (efecto similar a consumir drogas como la
cocaína, pues da “chutes” de alta activación, pero con “bajadas” de energía inerme en el sujeto).
Se liberan tanto en el sistema nervioso central, con control por
hipotálamo (
activado, por ejemplo,
por la amígdala en miedo y enfado), y también en la
médula suprarrenal (en el abdomen), en estímulos diversos.
Principal
NT activador (75%) para muchas funciones cerebrales.
Supone una vía de mantenimiento y funcionamiento del circuito en el que se libere. Se
relaciona con toxicidad neuronal, esquizofrenia y depresión.
Principal
NT inhibidor del cerebro, lo que supone que
frena o impide que se produzca la activación de la siguiente neurona o célula allí donde sea liberada (por ejemplo, utilizada por el circuito cortico-amigdalino para
inhibir núcleos de la amígdala, e impedir que “tome decisiones” sin permiso cortical por el lóbulo prefrontal).
Se relaciona con enfermedades como el
trastorno bipolar, la ansiedad y la epilepsia.
NT ampliamente presente en el sistema nervioso central.
Se relaciona con la
memoria y el aprendizaje, y está
muy disminuido en el
Alzheimer (enfermedad degenerativa con importante pérdida de memoria, de corto a largo plazo).
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El conocimiento de los NT implicados en diferentes enfermedades y trastornos, tanto orgánicos y biológicos, como emocionales y de los sistemas d recompensa y toma de decisiones,
favorecerá que conozcamos mejor nuestro cuerpo, podamos adelantar sus respuestas y facilitar una
mejor gestión de nuestras emociones, a nivel individual y en comunidad, buscando siempre
la mejor forma de vivir nuestra vida felices y en paz.
Si deseas formarte como COACH para ser un facilitador del cambio que otras personas necesitan en sus vidas: asturias@escuelaeuropeadelideres.com
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Autores:
- Yolanda Villar García
- CEO Escuela Europea de Líderes.
- Presidenta AICM (Asociación Internacional de Coaching y Mentoring).
- Publicista y socia de Hydra Marketing.
- Dr. David Calvo Temprano (Director EEL Asturias; Coach & Practitioner PNL; Médico radiólogo en HUCA; Profesor Universidad Oviedo).