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Qué es el COACHING

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COMUNÍCATE Y ASEGURA EL MENSAJE
Sé asertivo y comprensivo al comunicarte y asegura tu mensaje superando las interferencias potenciales.

Fecha: 07/09/2021

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COMUNICAR ES CREAR UNA RELACIÓN CONJUNTAMENTE:
La comunicación es un acto en el que dos o más participantes intercambian un mensaje mediante un lenguaje o forma de expresión.
 
Este proceso de comunicación es siempre interactivo y social; y puede ser escrito o hablado, aunque en un sentido lato cualquier medio es posible, incluso a través del tacto, de un sentimiento, de un gesto.
 
Quizás lo más relevante es el hecho de su raíz “común”, pues en la comunicación debe haber una relación común en ese momento entre los participantes de la interacción-conversación, ya que se trata de llegar a compartir algo en común: un mensaje en el que ambos participen.
 
SOLO SI HAY FEEDBACK HAY COMUNICACIÓN EFECTIVA:
Cuando hablas con un amigo por teléfono, tú eres el emisor cuando hablas y tu amigo el receptor cuando escucha, pero ambos hacéis de emisor y receptor según corresponda el turno de palabra.
 
Además, se comunica un mensaje en cada acto comunicativo, a través de un código, lenguaje o idioma; y se utiliza un canal, es decir, el medio por el que se establece la comunicación, que, en este caso, sería auditivo si es hablando por teléfono y visual si es por WhatsApp.
 
Algo que a todos nos interesa mucho cuando intentamos comunicar un mensaje es que llegue tal y como deseamos que sea entendido. Y la mejor manera de saber que es así es escuchar lo que nuestro receptor del mensaje dice o hace justo después de recibirlo. Esto es, su feedback o retroalimentación.
 
Imagina que en tu conversación telefónica le dices a tu amigo que a qué hora quedáis y él te contesta que comió garbanzos. Evidentemente tú pudiste contarlo bien, él pudo pretender escucharlo bien, pero la comunicación no fue efectiva, o eso parece, porque el feedback (“comí garbanzos”) no se corresponde con la respuesta a la pregunta emitida por ti (“¿a qué hora quedamos?”). De esta forma, podemos afirmar que sabemos que nuestro mensaje ha llegado bien cuando el feedback o retroalimentación que nuestro interlocutor emite es congruente y se corresponde con alguna de las posibles opciones que pueden barajarse.
 
Por ello, cuando desees saber si te has comunicado bien… deberás saber escuchar el feedback del otro, y esta práctica no es muy común. Pensamos que los “buenos” comunicadores son los que “hablan” bien, y realmente un buen comunicador ha de ser mucho más un buen oyente que un buen emisor, pues solo así conocerá si su feedback es congruente con el mensaje que pretendía comunicar.
 
Un error en el léxico habitualmente utilizado es hablar de los medios de “comunicación”, para referirnos a medios de “información”, pues si no hay un feedback por parte del receptor, tan solo han dejado un mensaje para que lo escuchen quienes quieran o puedan, pero no se han asegurado de establecer un diálogo, como puede darse en un debate; y la posibilidad de escuchar un feedback por la lectura de cartas al director parece demasiado escasa y filtrada para poder constituirse como un buen feedback de lo que llegan a comunicar a la sociedad a la que “informan” (de lo que escriben).
 

COMUNICAMOS MÁS CON EL CUERPO QUE CON LA PALABRA:
¿Te fías tanto de lo que las personas dicen cuando no les ves la cara? Suele hablarse de dos tipos de comunicación humana, la verbal y la no verbal, aún cuando ambas se dan sincrónicamente y ambas son importantes.
 
La comunicación verbal (=utiliza el “verbo” o palabra) es un tipo de comunicación oral o escrita, en la que el mensaje se transmite a través de las palabras; mientras que en la comunicación no verbal se transmite el mensaje a través de lo paraverbal (volumen y timbre, cadencia, ritmo…) y corporal (gestos con la cara, posiciones del cuerpo, movimientos de manos y brazos, y posturas de pies y piernas).
 
De esta forma, unas mismas palabras pueden tener un significado, o justo el contrario, en función de cómo sean pronunciadas. Pensemos en la frase “te quiero mucho” (=el qué). Seguro que se te ocurre una manera de que signifique tanto que a alguien le quieres (entonación y tono amoroso), como que le odias (entonación sarcástica y tensión emocional al pronunciarlas) (=el cómo).  Es donde el emisor expresa con palabras, sus sentimientos, emociones, opiniones, ideas...
 
Clásicamente, se habla de tan solo un 7% en el valor de la comunicación verbal, sea oral o escrita, mientras que la mayor parte de la comunicación se establece por la no verbal, donde la corporal (posturas del cuerpo) son más efectivas para llevar el mensaje real al otro, con un 55%. Esto quiere decir que cuando deseamos realmente entender un mensaje debemos escuchar más con los ojos que con los oídos.
 
De forma que la lectura del lenguaje no verbal es clave en muchas profesiones que necesitan conocer la verdad oculta en el mensaje de su interlocutor, como detectives, psiquiatras, periodistas de investigación, vendedores, cónyuge… o, quizás, cualquier “profesión” en la vida requiere de estos talentos que pueden perfectamente aprenderse, como cualquier habilidad en la vida.
 
Todos en la vida estamos interesados en saber escuchar bien, aunque no nos enseñan precisamente a ello, y constantemente alimentamos frases como “no me pasa nada”, mientras exhibimos no-verbalmente un claro mensaje de que algo “nos pasa” y nos afecta.
 
¿Qué hay de malo en comunicarse? ¿Aprenderemos así a ser individuos asertivos en la sociedad? Si no deseo quedar con un amigo, ¿qué hace que sea políticamente incorrecto decir “no quiero” y me obligue educacionalmente a decir “no puedo”? ¿Tiene todo esto algún sentido? Si lo tiene, ¿el sentido es aprender a NO SER yo? ¿a no expresarme? ¿a ocultarme en una comunicación de lo que justamente no soy?
 
Saber expresarse es un signo de madurez humana y tener la capacidad para saber comunicarse con los demás se antojaría algo digno de ser estudiado en las escuelas de forma efectiva. Aunque todos sabemos que “es mejor callarse”, “si dices la verdad, te arriesgas” y se critica como “sincericida” al que rebasa ciertos límites tácitamente aceptados por una sociedad que dice desear oculta gran parte de la verdad de su vida y sus sentimientos.
 
Cada uno decide en todo momento aquello que quiere aprender a expresar: su verdad interior o el personaje que cree que es más políticamente según otros le han enseñado a expresar.
 
EL DERECHO ASERTIVO DE EXPRESARTE Y CAMBIAR DE OPINIÓN:
Para responder a cualquier pregunta muchas personas hablan con monosílabos, con muy pocas palabras, y ahí la comunicación se hace difícil, pues ante esta parquedad de palabras mantener una conversación mas allá de algún tema superficial es casi imposible.
 
Por eso el desarrollo del lenguaje oral y escrito es tan importante para desarrollar habilidades comunicacionales y sobre todo para la comprensión tanto de los demás como de uno mismo.
 
Para enriquecer el lenguaje, se necesita tiempo y dedicación. Sin duda enriquece nuestro vocabulario y formas de expresión la lectura de libros, desde niños, aunque para desarrollar la habilidad de comunicarnos bien es necesario ante todo practicar la asertividad, y por lo tanto sentirnos libres de poder expresar lo que deseamos comunicar y dejar nuestro mensaje, aún cuando pueda ir cambiando en función de las opiniones ajenas y reflexiones propias.
 
La comunicación humana, aparte de reforzar las relaciones sociales y enriquecer a sus participantes, es el campo que se dedica a entender, la comunicación entre los seres humanos, transmitir información, manifestar sentimientos, influir en los demás, etc.
 
¿CÓMO ME COMUNICO CONTIGO? ¿Y CONMIGO?:
En función del número de personas implicadas y especialmente las características de cada uno, se habla de varios tipos de comunicación:
  1. Comunicación interpersonal: con otra persona.
  2. Comunicación intrapersonal: conmigo mismo.
  3. Dinámica de grupo: entre grupos o dentro de un grupo.
  4. Comunicación organizacional: entre organizaciones.
A veces pensamos que es posible no comunicar, pero eso es imposible, ya que muchas veces transmitimos sin intención de transmitir información, como ocurre en una transmisión accidental cuando una persona revela su origen geográfico por su forma de hablar. Siempre estamos comunicando, pero no siempre sabemos todo lo que comunicamos.
 
Si yo digo “mi maestro me aprende cosas”, estoy expresando un nivel cultural diferente que si digo “mi maestro me enseña cosas”. Y lo curioso del caso es que solo va a percibir esa información quien es capaz de conocer la diferencia, al igual que solo puede ver la diferencia entre la amabilidad y la crítica quien en esa situación la expresa abiertamente o la omite o pasa por alto, sin dejase por ello influir en aportar lo mejor en esa interacción por quien “le aprenden” cosas; pues quizás sea así, quien “enseña” lo que es aceptar a todos sin pre-juicios, aún cuando eso no se enseñe en la escuela.
 
Para que la comunicación sea eficaz, el emisor y el receptor deben cooperar. No solo se pide la atención del receptor, sino que el emisor debe guiar todo el proceso del receptor, para que no realice un esfuerzo a la hora de interpretarlo. No obstante, solo contará en la efectiva comunicación del mensaje, lo que finalmente llegue a entender el receptor, por lo que el proceso de escuchar el mensaje, por el canal que sea, siempre es creativo, y, además, por parte del que escucha, no del que habla.
 
Al igual que quien determina quién es un líder son sus seguidores, y nunca el que “va de líder” y nadie le sigue. Por lo tanto, el proceso auténticamente creativo de la comunicación es quien escucha, y no quien habla… justo lo contrario de lo que estamos acostumbrados a creer.
 
¿No estás de acuerdo? Ponte en una situación. Tu hijo de 5 años y un amigo muy enfadado ese día estáis en una mesa de un restaurante de estos que les dan a los niños una libreta y un lápiz de colores. Tu hijo os pinta a los tres, con el típico dibujo de un niño de 5 años: cabezones, sin apenas cuerpo y de la mano, sonrientes y felices juntos.
 
-Tu amigo resentido, movido por su emoción, dice que “de sonriente nada”, que le acaban de echar del trabajo y que no ha captado cómo se siente, que el dibujo no está “bien hecho”, y es desproporcionado… “propio de” un niño de 5 años.
 
-, sin embargo, ves mucho amor en el dibujo de tu hijo de 5 años, típicamente desproporcionado, con mucho cariño por transmitir que tu amigo es amable y sonriente, aún cuando acaba de demostrar que la emoción le ha llevado a “juzgar” por error a tu hijo, al que sabes perfectamente que quiere.
 
-Aquí, el emisor, tu hijo, pintó el mismo dibujo. Pero el receptor 1, tu amigo, recibió un mensaje (me pintó mal) distinto del receptor 2, tú mismo, que recibiste la comprensión tanto del amor de tu hijo expresado en un dibujo de un niño de 5 años, como del sufrimiento de tu amigo por no haber sido aún capaz de salir de su resentimiento por la realidad que le aprieta. Quien crea su realidad es siempre quien escucha de la forma en que ELIGE ver la realidad y con ella crearla. ¿Cómo deseas ver la vida?
 
PRACTICA LA ESCUCHA ACTIVA DESDE LA POSICIÓN DEL OTRO:
Muchas discusiones y malentendidos se evitarían, si escuchásemos de verdad lo que la otra persona quiere decir -aún cuando no lo diga- más que las palabras que utiliza, pues no todas las personas tienen la misma formación ni dominio del lenguaje, pero sí todas las personas tienen el mismo derecho a ser escuchadas y comprendidas asertivamente por los demás, e incluso a que los demás las traten con amabilidad y comprensión. La escucha activa es uno de los cimientos principales de la inteligencia emocional.
 
Para esto, se necesita la empatía de mirar a los ojos a la otra persona y entenderla, sin que nada nos lleve a juicios o a conclusiones precipitadas, porque escuchar activamente, siempre amplía nuestra capacidad de comprensión.
 
Hay que saber diferenciar muy bien lo que la otra persona ha dicho y no lo que nosotros creemos que ha dicho, e intentar ponernos siempre en la perspectiva de la otra persona. Eso ayudará mucho a “ver las cosas desde su mapa del mundo” y no juzgarlo con el nuestro.
 
Prioricemos en lo posible la comunicación más integral, es decir, la comunicación cara a cara, para percibir el tono de la otra persona; su expresión y lenguaje corporal. Y hagamos un uso prudente siempre de la comunicación mediante mensajes de texto. ¿Ya te has visto en algún malentendido por unas palabras escritas sin comas, con emoticonos o sin haber leído el mensaje de whatsapp anterior?
 
Nuestra actual comunicación tiene muchos más mensajes verbales escritos que no van acompañados de la más relevante información que aportan los factores paraverbales (entonación, ritmo, volumen…) y corporales (emocionalidad mostrada en las posiciones y gestos del cuerpo). Aunque ha enriquecido mucho la capacidad de enviar y recibir algún mensaje en cualquier momento y en cualquier lugar, se ha visto mermada la calidad de esta información, dado que normalmente no utilizamos estos canales complementarios tan relevantes (93% del mensaje, como veíamos antes).
 
Y, sobre todo, no juzgar ni sacar conclusiones antes de que la otra persona termine. Lo importante es buscar una posición comprensiva, para poder encontrar soluciones.
 
Se dice que la escucha empática tiene más que ver con la comprensión de lo que se quiere decir desde la forma particular de ver el mundo de la persona que habla, que desde la de la posición del que juzga.
 
Cuando juzgamos estamos intentado crear un mundo inventado por nuestras creencias que podrían no incluir las opiniones de personas que a su vez inventan otros mundos en los que quizás tampoco permiten nuestras opiniones.
 
Y lo que al final ocurre es que todos nos sentimos incomprendidos por no abrirnos a aceptar que no tenemos todas las respuestas, y por no darnos cuenta de que aceptar que otro tenga otras opiniones, no me obliga a mí a cambiar las mías, si no lo deseo.
 
BARRERAS A LA COMUNICACIÓN: BUSCA EL MEJOR ESCENARIO PARA CREAR TU MENSAJE.
Todos sabemos que hay muchas cosas que pueden dificultar que nos comuniquemos, y a esto lo llamamos barreras a la comunicación. Es todo aquello que distorsiona o deforma el mensaje que se quiere transmitir.
 
Un buen ejemplo es cuando hablamos por teléfono y el ruido del ambiente nos dificulta la comunicación, pero indudablemente, las más difíciles de superar son las de naturaleza psicológica, las que nos pueden llegar a impedir aceptar la realidad tal cual es, porque nuestra psicología -nuestras creencias-, no nos permiten aceptar lo obvio: como ver a un judío como ser humano para un nazi en la época nazi… o a un ser humano digno a un enemigo para su resentido. ¿Te has visto ahí alguna vez?
 
Los tipos de barreras en la comunicación se pueden producir en:
-        Canal
-        Emisor
-        Receptor
 
I. BARRERAS EN EL CANAL
Es muy importante el canal por donde ofrecemos la información, pues, si no es el adecuado, el mensaje no llegará o llegará distorsionado. Por ejemplo, si alguien nos pregunta por una determinada dirección, el medio más adecuado es elaborando un plano, a la vez que le das una pequeña explicación verbal. Pero imagínate que esa información tenemos que dársela por teléfono, con nuestra voz; entonces nos será mucho más complicado y ahí ya habrá una barrera de comunicación; lo mismo pasaría si nos encontráramos con una persona que no habla nuestro mismo idioma.
 
El emisor deberá entender en todo momento la situación, estado y punto de vista del receptor, comprender su perspectiva para que pueda haber una buena comunicación y adaptar el mensaje, en función del canal que comparten. Por ejemplo, tan ilógico sería que una persona se recrease en ejemplos visuales de objetos a su alrededor para explicarse con un ciego (canal inadecuado), como que un médico transmitiera la información médica veraz con términos que ese paciente no está comprendiendo (vocabulario y emocionalidad erradas).
 
II. BARRERAS EN EL EMISOR
El emisor puede poner una serie de barreras que dificulten la comunicación. Barreras como prejuicios o la actitud tomada ante el receptor, incluso por el aspecto físico. Esta clase de prejuicios sitúan a la comunicación en unos parámetros totalmente erróneos, y probablemente quedará distorsionado el mensaje. Si un amigo al que aprecias te cuenta el mismo chiste que no te hizo gracia antes al contarlo un enemigo, ya sabes lo que te influyó la actitud hacia cada uno. ¿Alguna vez te dijeron “pero si eso mismo te lo dije yo antes”?…  pues ya sabes cómo se sintió quien te lo dijo.
 
También está la motivación o el interés. De esto dependerá que el mensaje sea captado adecuadamente. Si ni el interlocutor ni su “problema” interesan, no habrá nada que hacer para conseguir una comunicación eficaz. Como cuando ves a alguien sufriendo por algo que a ti personalmente no te afecta: que pierda su equipo de futbol, que le hayan cortado más el pelo de lo que deseaba, que no haya llegado el último modelo de móvil para su cumpleaños, que salga en el telediario que exista un fallecido en el otro lado del mundo, que alguien que quieres no sea capaz de ver la vida de forma alegre… ¿Has notado cómo te ha cambiado como leías el texto en los últimos ejemplos? Se acababan de superar las barreras del emisor… en el listado de ejemplos sí que algunos te “despertaron”, porque captaron tu atención.
 
III. BARRERAS DEL RECEPTOR
La credibilidad de la fuente es muy importante para nosotros, porque, si es poco fiable, directamente no le prestaremos atención. Por eso necesitamos darle un poco de credibilidad, para que no afecte a la interpretación del mensaje.
 
Poco importa lo que sea la portada del periódico que tú crees que miente sistemáticamente, pues no te lo vas a creer, salvo que la “valide” el que te parece a ti que dice la verdad. De nuevo, “el poder del oyente” entra en escena. Eres quien crea la información veraz, no “tu periódico”, pues, si dejas de confiar en él, dejará de ser fiable. Como una pareja tras una infidelidad insuperable.
 
Muchas veces tendemos a evaluar, a juzgar, aprobar o desaprobar lo que dice el interlocutor y, como ya cree conocer lo que le están diciendo, está callado. Pero no porque esté escuchando, sino porque está pensando la respuesta; ya no está escuchando, solo se está “escuchando a sí mismo”, está en escucha pasiva -no activa- para cuando le llegue el turno de hablar; por lo tanto, no tiene la información suficiente para elaborar una conclusión ajustada a la realidad, lo que le estaban contando (y no escuchó). Solo recuerda lo que “se ha escuchado” y no lo que le han dicho.
 
Pensemos que cuando cualquier información o mensaje es contrario a lo que nosotros pensamos, lo rechazaremos de la forma en que habitualmente lo hacemos. O bien nos produce incomodidad e intentamos restarle importancia; o bien evitamos cualquier información que lo confirme, o bien directamente lo negamos y seguimos con nuestra vida como si no hubiera sido dicho u dado a luz en nuestra realidad.
 
Porque siempre la realidad que entra en nuestra conciencia es la que nosotros permitimos, y así somos nuevamente los creadores de nuestra propia realidadcomo quien recibe elogios todos los días de alguien, pero cree que va con malas intenciones, y así nunca recibirá el amor que hay en esos elogios, o incluso puede llegar a sentirse solo o sola, no valorado o valorada por nadie, y que solo le acosan personas con malas intenciones.
 

DIFICULTAD PARA EXPRESAR SENTIMIENTOS:
Muchísimas personas tienen dificultad a la hora de expresar sus sentimientos. Porque no encuentran la forma correcta de hacerlo. Y cuando eso pasa se generan tensiones, bloqueos y hasta impotencia por no poder expresar de un modo claro su interior, su luz esencial, la música que suena en su ser.
 
Muchas formas de agresividad se esconden detrás de la incapacidad para expresarse como se quiere. Aquel que se siente inferior a otro, inseguro y dependiente, frecuentemente expresa conductas puntuales o habituales para intentar no quedarse solo en la vida, sin sentirse apreciado por el otro.
 
Cuando la autoestima es sana, no necesitamos que los demás nos lo confirmen; aún cuando nos alegre, satisfaga o halague cuando lo hagan, al igual que hace la sonrisa de un hijo al que no dejas de querer cuando te grita.
 
Conocerse a uno mismo, conocer sus sentimientos y emociones, resulta fundamental en la vida. Pues las emociones son guías para elegir bien en nuestro camino, ya que nos dicen qué nos parece lo que ocurre, y además absolutamente adaptadas a nosotros mismos. Yo no puedo tener emociones en función de lo que le parece a otro lo que ocurre, pero sí tengo emociones en función de lo que a mí me parece lo que a otro “creo” que le puede parecer. Y este bucle es frecuentemente motivo de bloqueo y dependencia emocional, manipulaciones y chantajes, y absoluta desconexión con el yo interior que desea ser escuchado y no empoderamos habitualmente en nosotros.
 
Hablar con uno mismo o examinarnos para conocernos puede ser un camino para aprender a expresar lo que sentimos. Una forma es preguntarse cosas así:
 
-        ¿Qué significa para mí que me sienta así?
-        ¿Qué significa para mí que me sienta de mal humor?
-        ¿Qué significa para mí que determinada persona me ponga tenso?
-        ¿Qué significa para mí que ciertas cosas o situaciones me incomoden?
 
Si consigo responder a este tipo de preguntas, indagando en mi interior, más fácil será NO echarle la culpa a los demás de lo que me pasa, y ordenar mi interior. Porque quizás la culpa no existe, pero, desde luego, sí existen acciones y palabras que me ayudan a ser más feliz y otras son solo errores que puedo no atender y pasar por alto, por resultar disfuncionales en la maravillosa misión vital que todos tenemos: proporcionarnos la mejor versión de la vida que elijamos vivir.
 
La madurez humana consiste en conocerse a uno mismo y hacer algo útil con esa información. Porque los sentimientos no pueden eliminarse –ni debe ni requiere hacerse-, sino aceptarlos, reconocerlos y aprender a expresarlos bien, y a aplicar en nuestra vida la información que extraemos de las emociones, para que nos ayuden a tomar decisiones emocionalmente más inteligentes. Como dejar de permitir aquello que la ira nos dice que no nos gusta sentir con alguien, con algo o con lo que sea.
 
Actitudes como insinuar y no expresar asertivamente, no escuchar y juzgar, suponer y no preguntar, y otras situaciones en la vida de la comunicación, siempre oscurecen la comunicación y con ello nuestra propia vida.
 
Una buena forma también es relativizar. Porque, en ocasiones, agrandamos y magnificamos lo que nos pasa o sentimos, y eso no nos hace bien; cuando en realidad no es para tanto, aunque nosotros no lo veamos en ese momento.
 
Una manera sencilla y directa de conocernos mejor es escribir lo que nos pasa en un papel y después leerlo en voz alta, para escucharnos, para verlo con mas claridad, aunque nadie más nos escuche. Y ahí nos daremos cuenta de que posiblemente la mayor parte de las cosas no son tan graves como pensábamos y siempre podemos vivirlo todo en paz.
 
Cuando estamos en público y queremos decir algo la mejor forma para expresarnos mejor y evitar problemas y conflictos es preguntarse, por ejemplo, antes de hablar:
 
-        ¿Es el lugar y momento adecuados?
-        ¿Realmente hay algo importante que decir?
-        ¿El motivo por el que lo quiero expresar dice algo bueno de mí?
-        ¿Cómo lo quiero hacer?
-        ¿Cómo puedo expresarme con asertividad y en paz?
 
En la vida todos nos estamos comunicando. Quizás siempre lo hayamos hecho. Elegir la forma más eficiente de comunicarnos con ella es también la mejor forma de expresar todo lo bueno que llevamos dentro y comprender y perdonar todo lo que hemos juzgado y condenado de la realidad.
 
Comunicarse con amor a la vida es también la mejor manera de amar la vida. ¿Cómo deseas cambiar los palabras y acciones para vivir como si la vida te gustase? Ponte tres fáciles para hoy y DISFRUTA LA VIDA.
 

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Autores:
  1. Sonia Pardo Fernández:
    • Licenciada en Periodismo.
    • Presentadora TV y Experta en Moda.
  2. Dr. David Calvo Temprano (Director EEL Asturias; Coach de Salud y Practitioner PNL; Profesor UniOvi).

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