MEDICINA ACTUAL: TECNOLOGÍA AVANZADA, PACIENTE ALEJADO Y COMPARTIMENTADO.
Vivimos un momento de
medicina ultraavanzada en la que las nuevas tecnologías nos permiten llegar a un nivel de diagnóstico que osamos llamar “diagnóstico molecular” y que nos permite integrar toda la información del paciente habida y por haber e incluso compartirla o valorarla desde la distancia.
Este hecho en sí supondría una buena noticia si no fuera porque esa tecnología
nos aleja del paciente, lo
deshumaniza; podemos escuchar su historia clínica sin establecer contacto visual, y esto ya no se corresponde con el fin último que la medicina pretende:
ayudar y acompañar al paciente en su padecer, no en vano “clínica” proviene del griego “
kliné” que significa cama.
Estos avances nos hacen perder la esencia de nuestra profesión, que es
ciencia, pero a la vez arte. Enseguida nos lanzamos a solicitar pruebas complementarias y nos
olvidamos de los pilares fundamentales: anamnesis, inspección, exploración… Esto nos resta “ojo clínico” para percibir el problema substancial y los distintos parámetros alterados
desvían nuestra atención hacia problemas secundarios y nos hacen perder la perspectiva de nuestro paciente.
Por otro lado, esta superespecialización conduce a que no veamos al
paciente como un todo físico, psíquico y social, sino
ni tan siquiera físico, nuestro paciente deja de existir como un todo y
solo es una parte: hombro, hígado, pulmón… miramos su situación a través del ojo de una cerradura; lo que, por un lado, implica que no valoramos apropiadamente la situación; pero, por otro,
tampoco podemos ver en él factores psicoafectivos que pueden ser la causa de su sintomatología y tendremos al paciente
saltando de un especialista a otro sin que ninguno afronte la valoración global y
holística del paciente.
Gran parte del
éxito de las medicinas o terapias alternativas es que sí realizan esa valoración global, que les permite enfocar mejor el problema y buscar una solución más lógica, donde la persona no se siente solo un paciente de una parte concreta de un cuerpo enfermo, sino que se le valora de forma plena.
FALTA DE HONRADEZ EN CONTROLES NO CURATIVOS Y CONFUSOS:
La Medicina es el “recurso” que utiliza nuestra sociedad
cuando percibe que se siente mal.
Cuando uno se siente enfermo, va al médico. Y asume y acepta que, habitualmente, el médico le dirá “si tiene algo o no” y “qué hacer para curarse”. Pero el paciente
también espera algo:
si no sabemos qué tiene o cómo curarlo o aliviarlo, espera recibir esa importante información para saber qué se plantea hacer después.
Pongamos un
ejemplo sencillo. Si voy a una ferretería y quiero comprar pan (sí, estaría algo desorientado), el ferretero tiene varias opciones:
- Ser honrado y decir que aquello es una ferretería y que no venden pan, además de incluso poder ayudarme en la dirección adecuada (panadería o supermercado más cercano).
- Ser honrado, pero también algo interesado y decir que él no me venderá pan, pues no lo vende, pero aprovechar para colarme una venta de unos buenos tornillos “que siempre viene bien tener”.
- No ser en absoluto honrado y, a sabiendas de que, ni tiene pan “ni se le espera”, mantenerme mareado con artículos de ferretería que en nada van a saciar mi hambre de pan, malgastarán mis recursos económicos y además generarán más confusión en mí, especialmente cuando me vea en casa sin lo que fui a comprar.
Este ejemplo, algo jocoso -no lo negamos-, es bastante directo a la hora de cuestionar
qué hacemos los médicos con los pacientes (a los que además llamamos “
nuestros pacientes”). Porque, si en alguna ocasión la medicina como área de conocimiento o un médico concreto como especialista de algo tuvieran claro
a priori que lo que le pasa al paciente
ni sabe qué es ni sabe cómo resolverlo, y no se lo dejara claro al paciente, estaría cayendo en el tipo 3, es decir, el
no-
honrado profesional o “dependiente que ofrece servicios que no necesita la persona” y
además le confunde sin resolverle el problema, que además queda en un segundo plano.
PARA CUÁNDO UNA MEDICINA TEÓRICA QUE VALORE NUESTRA EVOLUCIÓN COMO RECURSO ÚTIL:
Por supuesto,
un médico nunca sabe a priori qué le pasa a un paciente -en general- hasta no haberle hecho una serie de preguntas, exploración física, pruebas diagnósticas, etc… pero sí sabe, por su experiencia diaria, que en muchas ocasiones que puede etiquetar con facilidad, al final del proceso es altamente probable que ni sepa qué pasa ni sepa qué hacer. Y eso justifica que
tantos médicos no acudamos “al médico” cuando nos pasan algunas cosas (no sabrán resolverlas), pero
sí en otras.
Así que,
¿qué estamos haciendo? Como área de conocimiento serio, riguroso, científico, profesional y tremendamente regulado incluso a nivel legislativo, con un altísimo impacto social, económico, emocional, personal y familiar… ¿no sería razonable autocuestionarse de forma global y no solo por áreas de especialización?
¿quién se ocupa, dentro de la Medicina, de la propia evolución de la Medicina? ¿quién evalúa si funciona lo que se plantea que funciona la medicina? Porque un cardiólogo ante un problema no cardiaco, cuando no sabe, puede enviar al neumólogo o al digestivo, por creer que “otra especialidad” resolverá el problema; ya que “no es de lo suyo”. Pero, ¿
cuándo la medicina toma cartas en el asunto como
entidad colectiva profesional y dice: “
de esto no sabemos, busquen en otro lado”?. Es más, ¿cuándo se autocuestionará de forma sistemática?
¿Cuándo una
MEDICINA TEÓRICA, que
valore las bases en las que se cimienta las creencias de que
algo funciona o no, y hacia dónde ha de ir en su evolución, de forma rigurosa, justificada y
proactiva?
MÉTODO CIENTÍFICO, PROTOCOLOS Y EVIDENCIA DE “NO SABER” NI VER EL “TODO”:
El
método científico que utiliza también la medicina tiene una premisa apriorística fundamental:
lo que tiene “razón” y es “verdad” es la realidad, no la hipótesis que el científico maneje en ese momento. Se aplica un método científico para aproximar una hipótesis o teoría a la realidad y que ésta pueda prever lo que nos va a ofrecer la realidad, y poder así plantear mejores formas de adaptarnos o incluso evitar que ocurran. Pero,
si no hace una buena aproximación a la realidad, la hipótesis o teoría ha de ser descartada o ampliada. No tendría sentido que un científico se aferrara a “su fórmula”, si esa ecuación matemática no predijera correctamente lo que ocurre en la realidad.
Según esto, si la medicina no ofreciera una buena aproximación o explicación de la realidad, y especialmente, fuera útil en algún aspecto, más allá de investigar mejores formas de explicarla, debería
abrirse a la posibilidad de integrar o abrazar tesis que sí lo consiguieran;
llevarlo a la experimentación (la realidad) y ver si aporta mejores predicciones y oportunidades de utilizarlo para ayudarnos a las personas a que vivamos nuestra salud mejor.
Tendemos a los
protocolos, lo cual no es criticable pues suelen estar basados en
evidencia científica, pero no debemos despersonalizar al paciente, cada paciente es único y ha de ser valorado y tratado de forma
individualizada, máxime en sus diversas formas de abordar la enfermedad y energías para superarla desde sus concretas circunstancias y vivencias personales.
Otra parte destacable de la ciencia es que intenta
explicar “toda” la realidad. Es decir,
no valen teorías que solo valgan para partes de la realidad, si no pueden aplicarse al todo y encajen. Imagínense lo absurdo que sería confiar en las matemáticas “si 2+2 fuera 4” a veces, y
otras no. Muchas veces se asume que sabemos todo de algo, pero en verdad
solo se tienen en cuenta las ocasiones en que se acierta, desechando las que no.
No suelen publicarse los resultados que no encajan con lo que “se espera que salga”, en función de lo que creemos saber de una enfermedad, por ejemplo.
EXCESIVA MEDICALIZACIÓN SINTOMÁTICA NO CURATIVA:
Relacionada con esta
visión parcelada del paciente aparece otro problema de nuestra medicina de hoy en día: su
excesiva “medicalización”. Enseguida buscamos
tratar el síntoma con un fármaco sin buscar cambiar factores de riesgo o hábitos dietéticos y muchos pacientes,
fundamentalmente ancianos, están
abrumadoramente sobremedicados, vulnerando el principio hipocrático, pilar de nuestra profesión de “
primum non nocere”. Hemos olvidado el tratamiento de la causa (
etiológico) para
centrarnos únicamente en el síntoma (
sintomático), con lo que la enfermedad únicamente se cronifica, vivimos con ella.
Bien es verdad que existe un
factor económico importante que influye en esta situación y es el
peso de la industria farmacéutica que, como se dice habitualmente,
busca que existan enfermos crónicos consumidores de fármacos en lugar de pacientes sanos. Añadido a esto tenemos que es la propia industria farmacéutica un pilar importante de
nuestra formación postgrado (=tras ser médicos especialistas), pues los organismos públicos se ocupan básicamente de la regulación pregrado (=hasta ser médicos especialistas), pero no en el mantenimiento y evolución de esos conocimientos, aún cuando estamos obligados a tenerlos
por ley.
No obstante, una parte importante de la “culpa” es de nuestra
sociedad, cada vez
más “inmediata” y hedonista que busca satisfacer la necesidad
inmediatamente y en la que
la constancia y el esfuerzo han sido marginados y denostados. Es
el propio paciente el que nos solicitará una pastilla que solucione su problema o lo mitigue y nos hará caso omiso si le proponemos como alternativa hacer el esfuerzo de mejorar sus hábitos de vida o evitar factores de riesgo.
Desde los primeros pasos de la medicina (India, Egipto, China, Israel, Grecia…) se buscó un
equilibrio físico y mental, enfocado a la prevención y a los buenos hábitos para tratar la enfermedad. Los templos de Asclepio estaban situados en lugares saludables y, sin ir tan lejos, los hospitales de tuberculosos del siglo pasado también. Vivir en un ambiente saludable y
estar relajado y en paz ayuda a superar la enfermedad.
Es hora de que seamos capaces de aunar todas las estrategias de las que disponemos pero siempre hemos de someter el uso de los avances tecnológicos o farmacológicos a
la medicina con mayúsculas, a esa ciencia que es a la vez arte y valora al
paciente en su conjunto que, además de tratar de corregir a la naturaleza, la ayuda. Como decía Voltaire, que no tenía un alto concepto de nuestra profesión,
“la medicina es el arte de entretener al paciente mientras la naturaleza cura la enfermedad”.
EJEMPLOS COTIDIANOS DE “ENFERMEDAD” MENTAL NO TRATADA:
Un área de la medicina, con
arraigo sólido en la medicina clínica y pragmática, pero abierta a experimentar con
hipótesis “distintas”, “raras”, “muy locas”, podría ofrecer oportunidades para situaciones que
la medicina oficial ya asume que no sabe tratar, resolver, anticipar, etc.
Por ejemplo, ¿consideramos a una persona que está llena de resentimiento por algo de su pasado sana? La propia medicina y la psicología dicen que no.
¿Cómo estudia la medicina el efecto dañino de ese resentimiento en la salud? ¿Y qué propone para su
tratamiento? ¿cómo “obligar” a un paciente a que perdone, si no quiere? ¿Entonces?
El paciente seguiría enfermo… ¿Qué podemos investigar en esta situación y muchas similares?
Otro ejemplo:
el miedo. Desde adolescentes, vemos con ansia y superación películas “de terror” y “de miedo”. Se considera muchas veces un signo de “madurez”. Pero
¿a quién le gusta sufrir por miedo? Entonces, si lo que se siente en una película de miedo es miedo, ¿no es cierto que
sí nos gusta el miedo?
En el mismo área, pero en diferente perspectiva, si
la mayor parte de las noticias de los periódicos son de aspectos negativos o al menos desagradables
, ¿creemos que es así la realidad? ¿cuántas noticias son
amorosas en un periódico o un telediario? ¿Quiere eso decir que
nos gusta más lo desagradable que lo agradable, o que realmente hay más “maldad” que “bondad” en el mundo? Pregúntenle a cualquier periodista
qué vende más periódicos, si las noticias agradables o las desagradables.
¿Quieren un ejemplo más cercano para muchos? Revisen
su perfil o muro de la red social que deseen. Valoren los likes de las noticias tipo defunción de alguien o violación o asesinato… y compárenlo con las agradables que vean. ¿No resulta obvio que reaccionamos con likes o alguna emocionalidad, que
nuestro foco está mucho más en lo desagradable que en lo agradable? Pongan una noticia en su red sobre la defunción de alguien, aunque sea inventado… verán cómo tienen más likes. ¿Y las
críticas? Critiquen a alguien: tendrán
más atención. Digan algo bueno de esa persona: tendrá menos valoraciones. ¿En qué ponemos nuestra atención?
¿Es esto saludable?
Pero ¿
cómo se abre o cierra la puerta a nuevas y diferentes formas de ver la salud? ¿quién es el “juez” de si algo funciona o no?
¿toda tesis es estudiada para ver si ofrece evidencia científica? ¿y si una tesis, por considerarse descabellada -lejos de lo que llamamos “plausibilidad”, por están en sintonía con lo que creemos hoy en día- no puede así validarse por la evidencia científica, dado que no es estudiada ni considerada?
LA MEDICINA DEBE DAR RESPUESTA OFICIAL A LO QUE NO SABE MANEJAR O ESTUDIARLO Y PROPORCIONAR RECURSOS APLICABLES EN NUESTRA VIDA:
La medicina oficial tiene algo maravilloso (muchas cosas) para nuestra sociedad:
dice lo que sí ha demostrado valer y qué no. Hasta que la
medicina oficial acepte ciertas áreas de nuestra salud como importantes para nuestra salud, y las
estudie con rigor y con
ciencia, y en con-ciencia, no se dará el pistoletazo de salida a empezar a experimentar por nosotros mismos
el poder que reina dentro de nosotros y que
nosotros podemos elegir ejercer para limpiar lo que quizás nosotros mismos, por supuesto sin ser conscientes de ello, estamos metiendo en nuestra realidad percibida.
¿Cómo estudia la medicina oficial el efecto que todos conocemos de
la buena actitud en la vida para la salud? Ni tan siquiera se estudia pródigamente el
efecto placebo:
¡¡¡que es curar a los pacientes sin ningún riesgo para la salud!!! ¡¡¡Dar suero o agua y curar a un paciente!!! acaso esto
no interesa? ¿A quién no le interesa? ¿Custodia adecuadamente nuestro conocimiento sobre la salud la medicina cuando
no investiga con rigor estos aspectos tan beneficiosos el poder de nuestra propia valoración de la realidad?
La
visión holística del ser humano hace mucho tiempo que se perdió en la medicina. Es más partidaria de compartimentar sistemas, partes del cuerpo, o solo el cuerpo, cuando muchas personas no se sienten únicamente lo que queda en un sarcófago de ellos cuando fallecen. Si asumimos que
una persona que sufre no está sano, y todos sabemos que es “normal”
ver personas “sanas” corriendo todo el día con estrés, o resentidos con los demás y con la vida, y echando de menos lo que sienten cuando se enamoran… quizás no estamos siendo honestos con la palabra “sano”. Y todos lo sabemos, pero
no estamos haciendo nada como sociedad. Si la medicina es la palabra oficial santificada experta en salud,
debemos ser los médicos (y todo sanitario) los que asumamos la responsabilidad de decir que nos falta algo para entender el todo y que
declaramos no saberlo todo,
primer paso para abrirnos a posibilidades “distintas” que nos ayuden en nuestra valoración y cuidado de la salud, propia y de todas las personas.
Si deseas formarte como COACH para ser un facilitador del cambio que otras personas necesitan en sus vidas:
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Si deseas recibir ayuda en tu situación de vida complicada (afrontamiento, duelo, gestión emocional, gestión del tiempo...)
Autores:
- Dr. Pedro García González:
- Presidente Saliente de la Sociedad Española de Ultrasonidos (SEUS).
- Expresidente de la Asociación de Radiólogos del Principado de Asturias (ARPA).
- Socio Fundador y Director de la Clínica Molinón (Gijón).
- Dr. David Calvo Temprano (Director EEL Asturias, Coach & Practitioner PNL, Profesor Universidad de Oviedo, Radiólogo HUCA).